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viernes, 27 de febrero de 2015

En la casa de enfrente... Häg (II)


          -          ¡Nos están observando, Häg. ¡Aparta de la ventana!. 

      Dijo Dora apartándose de la cortina desde la casa de enfrente en la que puedes empezar a leer el principio de esta historia que le sucedió al personaje de Häg que empezó aquí, por si quieres conocer el incio.




          Häg apenas se inmutó.
       
         << - ¡Oh Dios! - se decía a sí mismo mientras un sabor agridulce recorría su garganta hasta la boca - ¿Qué le pasa a Coltrane?, suena horrible, parece que está pasado de revoluciones. ¡Qué asco! - se decía mientras caía en un abismo de reflejos, de las luces que chispeaban en su cerebro haciéndole perder el equilibrio, sintiendo un calor asfixiante alteradas por su ritmo cardíaco como si de del trote  de los caballos desbocados se tratase.

         

           Häg ni siquiera se daba cuenta de lo que pensaba a lo que hacían sus gestos y convulsiones que le hicieron caer definitivamente en los que de un modo grotesco hacían retorcer su cuerpo sin sentido. Parecía que nadaba, la cabeza se le dirigía de un lado a otro con el rostro demacrado con un girón de boca, apretando los dientes, y con la vista que también tenía una especie de ansiedad y locura.

         <<¡Dora... ¿Dora? no veo nada ¡¿Me oyes?!>>

        Todo quedaba en pensamientos, pues su voz no se escuchaba y de los gruñidos que surgían de su boca que espumaba no hacía legible...

           El viento hizo revolotear las cortinas suavemente, la callejuela estaba completamente en silencio, salvo el CD de John Coltrane, que el había puesto para entrar en ambiente con Dora, después de la cena en aquella tardía noche lluviosa en la que unos ruidos horribles, que hicieron estallar los ventanales de la casa de Häg y en la que Dora había tenido sospechas de que alguien les observaba desde la casa de enfrente.




Un golpe seco tiró la puerta al suelo. Un grupo de Policías, acompañados por unos sanitarios irrumpieron en el salón de la casa de Hág en la que la luz de la mañana entraba a raudales en la casa de Häg que aún permanecía hecho un guiñapo. Ya no pensaba, no sentía, ni convulsionaba, estaba inerte sobre el gress del suelo... Permanecía inmóvil y ausente de la llegada de la llegada de la Policía, en la que un médico y un sanitario componían el grupo que había tirado la puerta abajo.

          -        Chicos todo vuestro, parece claro ¿No? - dijo el oficial del grupo de los 4 que habían llegado.

          -        Seeee.... le pondré una dosis de Naloxona, a ver si espabila, si es que le queda algo de pulso, a saber el tiempo que lleva en este estado - respondió el médico que ya había buscado los puntos vitales - ¡Vaya! si llegamos 5 minutos tarde se nos va.

         El oficial insistió e hizo un gesto circular en el aire para que su compañero inspeccionara la casa de Häg.

         Al cabo de unos 10 minutos el agente, que era el más joven, volvió de su batida por la casa.

         -        Nada subinspector Asensio, en la casa no hay nadie más. El que llamó a la central debería ser otro "yonqui" que se estaba pegando el homenaje con éste... ¡Buah! lo típico, seguro que no ha querido dar la cara y deja así "tirao" a su colega - dijo el policía raso dando las novedades al subinspector Asensio - ¡Malditos! - finalizó el Policía llevando las manos al cinto adelantando la pelvis como necesitando que sus riñones descansaran sobre sus caderas.

           -          Lo último sobra Ramírez. Aunque lamentablemente sea así, también los hay de buena honra que se quedan con su amigo y de paso nos adelanta muchas cosas que podríamos ahorrarnos el saber qué clase de sustancia tóxica se ha metido. ¿No crees? - Le respondió



En ese momento el medico empezó a dar algunas instrucciones de protocolo para el despertar de Häg...
        
          -          Feliz despertar amigo... ejem... señores que alguien me ayude a sentar ha esta persona en el sofá y cierren un poco las cortinas que no entre mucha luz, ya saben no quiero ahora preguntas muy directas, a saber qué tipo de viaje le habrá dado, no debemos asustar, y Ramírez traiga una manta.


         -          ¡Qué frío! ¿Qué a pasado? ¿Dora?... - empezó a decir Häg, mientras tiritaba como un perro después de haber hecho su efecto la Naloxona que contrarresta la sobredosis y el efecto de la sustancia tóxica.


Fotografía catalogada (sobredosis) en la Página de Samur Bilbao


         -            ¿Cómo está Häg? ¿Ese es su nombre verdad? - le preguntó el médico transmitiendo serenidad.

          -             Muy confuso, pero ¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? mejor dicho que me ha pasado? Me encuentro fatal.

        -          Verá lo que a usted le haya podido pasar, usted ya sabe que está expuesto a que algún día le dé una sobredosis, así que me parece que hoy ha sido unos de esos días. Yo soy el médico de emergencias y he venido a acompañar a estos señores que son de la Policía y quizá quieran realizarle algunas preguntas, pero ahora tranquilo, respire hondo por la nariz y exhale por la boca tranquilamente. ¿Me entiende Hág?

   Asintió con cara de sorpresa al oír las palabras que le decía el médico, el no se lo podía creer, él no se drogaba, es más ni se había drogado nunca, pero aquel hombre que le resultaba extraño, le estaba diciendo que era el médico y que encima la policía estaba en su casa.

            Fue cuando se presentó amablemente el subinspector Asensio, en la que en medio metió el nombre de Dora.

          -      Oiga Häg, no sé si será aún por el desvarío ¡que hombre a su edad...! Ya sabe qué pasa cuando uno consume drogas, pero en fin es su decisión y no comete delito, por eso no se preocupe, por lo demás ha nombrado Dora, ¿Quién es Dora? ¿Quiere que la avisemos?

          -     Opppss... Dora la chica que estaba conmigo, por cierto que hora es.

         -     Las 8 de la maña viernes... pero dígame quién es esa chica que dice que estuvo aquí y según parece, ni había nadie con usted, ni tampoco hay ninguna chica - Insistió Asensio.

         ¿Y Dora? ¿Dónde se abrá metido aquella chica, bah... claro recuerdo que te dijo que a las 3:00 a.m. tenía un vuelo... Adónde era ese vuelo, no lo dijo ¡Cachis...! siempre con sus secretismos, sólo me dijo que tenía que alquilar un coche y así poder estar puntual a la hora de su otra reunión, pero ¿Qué reunión? En realidad nunca se lo había dicho, ni tan siquiera mencionado su empresa. ¿Cómo le explicaba a aquél policía que Dora era su amor, pero a la vez una perfecta desconocida con la que se encontraba en noches como la que había sido la anterior.

 
         -       Verá agente, yo no me encuentro bien ahora, me están entrando ganas de vomitar, y ganas de comer dulce, parece que el frío se ha pasado también, al menos ya no tengo esos horribles temblores. ¿Por qué no me dejan un momento a solas y que se me marche este dolor de cabeza? No sé si quieren pasen luego o yo voy donde me digan y les digo. Estoy totalmente aturdido.

          El médico que permanecía junto a su paciente, miró de reojo al subinspector Alonso, este a su vez creyó que era conveniente que se marcharan de la casa de Häg e hizo un  gesto con la mano pidiendo tiempo.

         -         Quizás sea la persona que llamó a la central subinspector - dijo el médico - Usted ahora no se preocupe tome algo de dulce, pero no bollería. He visto que hay naranjas sé que el sabor le sabrá mal, pero le ayudará a equilibrar el nivel de azúcar en sangre y no tendrá esa sensación de sequedad en la boca.

          -       Está bien señor Häg, relájese y tómese unas tilas de paso le ayudaran, no pruebe eso más, aguántese y no haga tonterías, que ya ve le pueden costar la vida -  Alonso a Häg que aún llevaba la camiseta mojada del sudor frío del efecto de la Nalaxona - En cuanto a lo de la chica o supuesta Dora, le agradecería que llamase a este número y dígales que le pasen conmigo, diga Dora de referencia, así sabré que es usted.

     

          



         



          

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